viernes, 5 de agosto de 2011

Camarero, una de fantasía

Cuando el hastío se apodera de mi cuerpo, la única solución que encuentro es evadirme de la realidad entrando en un mundo de fantasía, en un laberinto del Fauno, aunque menos tétrico o a veces algo más que el original. Me voy a mundos extraños donde habitan seres extraños: hombrecillos pequeños y simpáticos que me acogen como a uno más para vivir con ellos; civilizaciones enteras de neandertales donde yo no soy el más evolucionado. Me voy a un mundo donde solo se habla un idioma y todo el mundo parece estar de acuerdo. Viajo a las puertas del cielo y hablo con San Pedro para que me deje hacer una visita, pero aún no lo he conseguido. Veo un infierno dantesco y me da un escalofrío al ver al último demonio congelado en el último piso del infierno. Me convierto en hombre pez y vivo debajo del mar. Conozco a Merlín el encantador y me convierte en ardilla y en ave, como al Rey Arturo en el film infantil de animación de Disney. Siempre soñando en tonterías y cuando despierto sigo aquí, sentado en una silla frente a una piscina, sigue mi hastío, retorna mi imaginación.

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