jueves, 4 de agosto de 2011

La Evolución

Cuando eres pequeño y empiezas a hablar crees que tienes que tenerlo todo. Exiges y pides cualquier cosa que ves en la tele o en la calle. Te encaprichas con todo lo que tienen los demás y llegas al grado de llorar y gritar como un loco a tus padres para conseguir lo que quieras. Pasan los años y vas madurando. En la adolescencia te vuelves un pasota. Pasas de la familia y solo piensas en ti y en tus amigos. Te buscas un trabajo para permitirte algunos caprichos, ya no lloras ni le gritas a tus padres para que te compren o te den algo, ahora lo podrás comprar tú. Te haces mayor, pasas los 20 e intentas terminar tus estudios, si los continuas, sean cuales sean. Buscas una pareja que te entienda, pero sin mucho ainco, prefieres estar solo. Pasa más tiempo y conigues varios trabajos temporales, pero no ganas una misera. Te has hecho más fuerte, tus amigos son los mismos y tú dejas de ser tan pasota y empiezas a preocuparte por cosas importantes. Sales un poco de ese egocentrismo en el que estabas inmerso y le dedicas tiempo a escuchar a los demás. La vida avanza, te casas y tienes hijos. Ella es la mujer de tu vida, la mujer de tus sueños, o al menos eso crees tu. Ves en tus hijos tu reflejo y ellos comienzan a comportarse como tú en la primera parte de esta entrada. Ya has madurado, sigues con tu mujer y tienes trabajo estable. La vida sigue y el tiempo pasa. Te prejubilan en la empresa y te vas con tu mujer a recorrer el mundo. Tús hijos ya han crecido, son mayores, y tú sigues junto a tu mujer como si la acabaras de conocer. Sigues fuerte, pero vás perdiendo fuerzas con la edad, poco a poco se nota más. Por último, llegas a la vejez. Tus hijos van a verte de vez en cuando. Tu mujer sigue fuerte, la ves que incluso más que antes y más que tú. Vais a veranear a la playa con vuestros hijos y nietos. Llega el momento en el que echas la vista atrás y dices: he tenido una vida plena y llena de sorpresas y emociones. Esperas la muerte y comienzas a pensar en cuantas cosas no has hecho y te hubiera gustado hacer. Piensas que deberías haber sido de otra forma, que lo de - La vida pone a cada uno en su lugar - es una pantomima y cuando te das cuenta de todo esto, cuando por fin llegas a comprender lo importante de la vida, el significado de la misma, te duermes para no despertar jamás.

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